Los concejales de distrito critican en privado que Almeida se centra más en salir en el 'Hola' y en un ministerio con Feijoo que en Madrid
José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y figura clave del Partido Popular, ha experimentado un cambio notable en su vida pública desde su matrimonio con una aristócrata. Este enlace lo ha alejado de su imagen política tradicional, acercándolo al mundo del glamour y la prensa rosa. Su creciente aparición en la crónica social ha generado especulaciones sobre un posible desplazamiento de sus prioridades, enfocándose más en su vida personal que en sus responsabilidades como alcalde, especialmente en la atención a los distritos y a sus concejales presidentes.
A pesar de esta nueva faceta social, Almeida sigue siendo un político con ambiciones claras. Su objetivo parece ser dar un salto hacia la política nacional, aspirando a un puesto ministerial en un posible gobierno de Alberto Núñez Feijóo. Este cambio implicaría no solo alejarse del ámbito local, sino también, en parte, de la influencia de Isabel Díaz Ayuso, con quien ha mantenido una relación política marcada por la competencia y las tensiones.
La relación con Ayuso, una figura dominante dentro del PP, ha sido compleja. Para algunos, Almeida busca distanciarse de su sombra, abriendo su propio camino en la política nacional, más aún en estas semanas en las que ha sufrido duros reveses relacionados con el Bernabéu, la sentencia de Madrid360, las críticas del oscarizado Pedro Almodóvar, entre otros contratiempos. Sin embargo, su cercanía con la alta sociedad tras su matrimonio ha generado dudas sobre cómo esta nueva influencia podría impactar sus decisiones políticas.
El malestar entre los concejales “exiliados” en los distritos
En este contexto de cambios personales y políticos, surge el creciente malestar entre los concejales de distrito del Partido Popular, quienes se sienten relegados y marginados por el equipo de gobierno, particularmente por la vicealcaldesa, Inmaculada Sanz, que actúa como ariete contra estos concejales. Entre los más descontentos destaca David Pérez, exconsejero de la Comunidad de Madrid, quien, a pesar de sus intentos por ganar protagonismo con actos públicos, no logra captar la atención del alcalde.
Otros concejales, como Nadia Álvarez y, especialmente, Alberto González, también han sido apartados. Este último, aunque leal a Ayuso, ha quedado marcado por graves denuncias de compañeros del PP y colaboradores en medios de comunicación, lo que ha limitado su ascenso dentro del partido. Andrea Levy, una figura que en su día fue prominente, ha sido relegada al ostracismo por su cercanía al sector "casadista", aunque, irónicamente, el propio Almeida compartió "tanta o más afinidad" con Pablo Casado.
Sonia Cea, pareja de David Erguido, uno de los colaboradores más estrechos de Casado, quien a pesar de su amistad con Almeida teme la reacción de Ayuso, o Yolanda Estrada y Dolores Navarro, también enfrentan situaciones similares. La "mano dura" de Inmaculada Sanz ha sido implacable al evitar que estos concejales puedan destacar, limitando su influencia y cortando sus aspiraciones. Uno de ellos, bajo condición de anonimato, describe la situación de manera cruda: "Almeida, desde que se rodea de la aristocracia y se ha hecho amigo de la prensa del corazón, parece más interesado en no molestar a Ayuso, con la esperanza de que Feijóo lo nombre ministro en un futuro cercano".
En resumen, José Luis Martínez-Almeida se enfrenta a una etapa decisiva en su carrera. Mientras su vida personal acapara titulares, sus ambiciones políticas apuntan a un futuro más allá del Ayuntamiento de Madrid. El reto será encontrar un equilibrio entre ambas facetas para no perder relevancia en el escenario político español, en un contexto donde los vientos de descontento entre los concejales de distrito recuerdan la difícil situación que enfrentó Alberto Ruiz-Gallardón, cuando más de una docena de concejales leales a Esperanza Aguirre se rebelaron contra él en las reuniones del grupo municipal.